lunes, abril 27, 2009

Fe y Alegria y la calidad de educacion.

Publicado por Jessica Lopez en 7:33

Si bien hemos enfatizado la estrecha relación entre pobreza y educación, es mucho lo que pueden hacer los centros y programas educativos por mejorar la educación de los alumnos. Sobre todo si se lo plantean como una tarea colectiva, que comprometa a todos. Las recientes investigaciones de Juan Casassus (2003) han demostrado, con cifras sólidas, que gran parte de la desigualdad que se observa en la escuela y a su salida se produce en ella misma, y no es heredada de las diferencias entre las familias cuyos hijos van a la escuela. En palabras de Alain Touraine, lo que en las investigaciones de Casassus, “estalla como un cañonazo es que las variables internas a la escuela tienen un peso mayor, respecto de la igualdad o desigualdad que las variables externas a ella”. De ahí la importancia de entender primero lo que ocurre en el centro educativo y en el aula, como paso previo fundamental para mejorar lo que ocurre en ellos. No se trata, en consecuencia, meramente de mejorar el modelo educativo vigente ni de tapar alguna de sus goteras, sino de revisarlo radicalmente. El desafío es construir otros modelos y referentes para la educación. Esta es la invitación de Fe y Alegría que está comprometida a gestar modelos educativos alternativos en la escuela (este es el sentido del Proyecto Escuela Necesaria), en la radio (ese es el sentido de la renovación) y en los Institutos de Educación Superior con los que no queremos repetir o mejorar esa serie de Institutos Universitarios, la mayoría sin identidad y sin carácter, que parecen una especie de semiuniversidades, sino en generar verdaderos modelos de Educación Popular a nivel superior. La verdadera mejora de la educación sólo vendrá si cada centro y cada programa se plantea en serio y con metas precisas mejorar su calidad. Esto supone superar la cultura de la rutina, de la tarea, del conformismo, de los rituales burocráticos, para hacer de cada programa y de cada centro educativo una organización inteligente, que aprende permanentemente de lo que hace.

El genuino aprendizaje implica cambio en la acción y en la conducta. Si no hay cambio, no hay aprendizaje. De ahí que lo verdaderamente difícil para aprender, es aprender a desaprender, a transformar la rutina y los modos de hacer las cosas que se han enquistado en la cultura escolar. La organización inteligente es una organización que se autocorrige y se renueva. Todos aprenden y aprenden de todos. Cada miembro (directivo, docente, administrativo, obrero...) se siente parte importante e insustituible de la organización, identificado con su misión, y como tal, comprometido en su mejora continua, en la solución de los problemas. La calidad es una propuesta y un reto de cada uno de los miembros. Más que como docente de un grado o de una materia, o como ejecutor de una tarea, cada uno se percibe como miembro de un proyecto. La identidad con el centro le exige involucrarse activamente en su continua mejora, en la superación de los problemas y en la transformación permanente. Por ello, siente como suyos los logros y los fallos, los éxitos y las carencias. De esta forma, la fidelidad no es tanto con la memoria (el pasado), sino con la imaginación (creatividad). Cada uno se percibe no como un trabajador que cumple con las tareas asignadas, sino como protagonista de los cambios educativos necesarios, como creador de nuevo currículo, de nuevas relaciones, como gestor de esa educación de calidad que se pretende.

Cuando un centro o un programa educativo se decide a aprender en serio y a mejorar la calidad de su educación entra en un círculo vivificador: es un centro en el que se experimenta, se reflexiona, se investiga, se innova, se escribe, se difunde, se lee, se comparte, se compromete. En ese centro, no hay lugar ni para solitarios, ni para insolidarios. Cada uno percibe al otro como compañero, como aliado, como alguien dispuesto a ayudar y al que se puede ayudar. Todo el personal del centro o programa educativo es un gran equipo, unido en la identidad y en la misión, en el que cada uno asume su trabajo con entera responsabilidad y cuida y se preocupa por los demás. La colaboración y cooperación combaten el individualismo, la competitividad, el conformismo, el pasivismo, la cultura de la mediocridad; nutren a todos e impulsan a cambiar actitudes, superar barreras, desarrollar autonomías.


Fe y Alegría. (2005). Calidad de la Educación Popular. Revista de la Federación Internacional de Fe y Alegría, N. 5, Caracas.

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